Fresco. Estaba como todas las tardes cuando paseaba por el bosque de pinos y cedros. La lluvia había mojado las tierras y todo era lavanda y sentimiento. Esas tardes todo era calma y silencio, realmente disfrutaba de caminar a paso lento. Altas copas miraban al cielo como sus pensamientos. Eran verdes, amarillos, marrones; era otoño, cuando caen las hojas y crujen bajo sus pies y el viento.
Sintió EL llamado a la distancia y giró rápidamente la cabeza. Otra vez falsa alarma. Caminó otros pasos bajo un sabor a chocolate amargo. Nuevamente el sonido a la distancia y vuelta.
El lejano zumbido del aire entre el follaje era igual a esa voz fresca, cristalina de María; cuando el viento la traía hasta sus oídos. Otra vez la confusión y el desconcierto. Entre el tintinear de hojas, los ocres del tiempo, de nuevo sabor a chocolate amargo y los pinos y los cedros.
Es invierno. En esta época toda la gente toma chocolate caliente con vainillas, salvo Pedro. Pinos, bosques, recuerdos...
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